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Provengo de Fuente el Sol, un pueblo de la actual España vaciada, en una región que vio mejores días in illo tempore. Mi primera escuela, como puedes observar, es hoy un lugar tan desvencijado para los ojos de unos como adorado para los míos, pues en ella aprendí a leer, escribir y la tabla de multiplicar, entre otras cosas que me han resultado más o menos útiles con el correr de los años. Al fin y al cabo, como dicen en inglés, beauty is in the eye of the beholder.


Estudié filología francesa en la universidad de Valladolid y filología española en la universidad de Pau, para terminar por capricho del destino en Oregón, que se convirtió en mi casa durante largos años y donde aprendí, por decirlo así, inglés.


Volví a la vieja Europa un par de veces, trashumante, hasta recalar en  la bella Viena en los últimos años, que no será la última etapa si el viento me da alas y el tiempo no lo impide.


Otros podrán describirme mejor que yo, pues si bien no me conocerán tan bien como yo mismo, sus voces serán más de fiar. Mis amigos me ven con buenos ojos, tanto que más de una vez me he preguntado qué bicho los ha picado, aunque me callo y dejo que se equivoquen. Para eso están los amigos.


De todos modos, si te interesa conocerme, es decir, conocer lo que me importa, lo que pienso sobre ciertos asuntos, lo que ocupa mi mente más allá del tiempo empleado en ganarme la vida, lo tienes fácil, pues está reflejado en mis microrrelatos, que son parte reflexiones íntimas, parte artículos de opinión y parte ironía e incluso sarcasmo. Como me dijo una amiga, leerme es como si me estuviera escuchando.


Escribo para pensar en alto, para pensar juntos, y para que tú disfrutes leyendo tanto o más que yo escribiendo.


Si lo logro, habremos salido los dos ganando. Esperemos que así sea.